Este término,
propuesto por el psicólogo británico David Lewis en los años noventa en su
informe Dying for information? (¿Muriendo por la información?), da nombre a la
fatiga o cansancio que produce manejar excesivas cantidades de datos, y que
suele ir acompañada de síntomas como dolor de estómago, pérdidas de visión,
dificultad para prestar atención y ansiedad.
Según una
encuesta realizada hace algunos años por la agencia de noticias Reuters, la
saturación de información hace que muchos directivos se sientan estresados,
retrasen decisiones importantes y vean mermada su capacidad de elección. En
otras palabras, la avalancha continua de datos puede desbordarnos y agotarnos
mental y físicamente.
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