Kim Peek era
una "enciclopedia ambulante" que en su vida memorizó más de 8.000
libros desde que sus padres empezaron a leerle historias con solo 18 meses de
edad. Peek era capaz de leer y memorizar una página en un tiempo récord de 10
segundos. Y aún le sobraba espacio en su cabeza para recordar, por ejemplo,
todos los códigos postales de Estados Unidos. Su excepcional memoria, que
sirvió de inspiración para la película Rain Man, la provocaba el llamado síndrome
de savant o síndrome del sabio, un trastorno que paradójicamente también le
incapacitaba para valerse por sí mismo en tareas tan simples como abrocharse un
botón.
El británico Stephen Wiltshire también tiene síndrome de savant (sabio),
aunque su genialidad se manifiesta de forma diferente. Este artista, más
conocido como "la cámara humana", es capaz de dibujar una ciudad
completa como Roma a escala y con todo lujo de detalles, sin cometer ningún
fallo, después de visitarla una sola vez en helicóptero en un vuelo de 45
minutos.
¿Pero cómo
logran desarrollar memorias tan prodigiosas? El estudio de los cerebros de los
savants mediante técnicas de neuroimagen ha revelado que la mayoría de los que
sufren el síndrome tienen alteraciones en el hemisferio izquierdo de su
cerebro. Por eso gran parte de ellos son también autistas. Para Darold Treffert, autor del libro Gente
extraordinaria: entendiendo el síndrome savant, una posible explicación de su
genialidad es que cuando el hemisferio izquierdo no funciona bien, el derecho
lo compensa desarrollando nuevas habilidades, posiblemente reclutando tejido
neuronal que en condiciones normales se destina a otras funciones. Otra
posibilidad, dice Treffert, es que la lesión en el hemisferio izquierdo destape
habilidades que habían estado latentes debido a lo que se conoce como la
"tiranía del cerebro izquierdo dominante".
Los psicólogos
Allan Snyder y John Mitchell van más allá y aseguran que "todos llevamos
un savant dentro". Nuestro cerebro, afirman, reúne todos los datos que nos
llegan, los procesa y suprime la información accesoria para crear una única
idea, que es la que se hace consciente. En el cerebro de los savants la
información no se "edita", y el resultado es similar a "ver las
imágenes con mucho detalle, como los píxeles individuales en una
fotografía", explica Snyder. En otras palabras, los savants no tendrían
más poder mental que nosotros, sino todo lo contrario.
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