Edición: Patricia Mérida.
El Dr. Neil J. Cronin y sus colegas de la
Universidad Griffith en Queensland, Australia, estudiaron el caminar de nueve
mujeres que utilizaban tacones de más de cinco centímetros por al menos 40
horas a la semana durante un mínimo de dos años. Posteriormente, compararon su
andar con el de diez mujeres que usaban tacones por menos de 10 horas a la
semana. Las voluntarias se encontraban dentro de un rango de edad de los 18 a
los 30 años.
Los investigadores encontraron que las mujeres
que habitualmente utilizaban tacones daban zancadas más cortas y contundentes.
Además, sus pies se encontraban permanentemente arqueados. Esta posición causa
que los músculos de la pantorrilla de acorten, poniendo más presión sobre
ellos.
Los zapatos de tacón, al ser poco estables,
afectan el balance del cuerpo y, por lo tanto, su postura. Para mantenerse de
pie, la articulación del tobillo debe estirarse, pero sus movimientos se ven
limitados por el músculo de la pantorilla, resultando en un tendón de Aquiles
más corto y ancho.
Al estar con los dedos de punta, el pie no puede
amortiguar los golpes y son las rodillas quien deben absorberlos. Este aumento
de tensión en las rodillas incrementa el riesgo de desarrollar artritis y
degeneración en las articulaciones. Además, los zapatos de tacón inclinan el
cuerpo hacia delante, por lo que los músculos de la espalda baja deben
esforzarse el doble para proteger a la espina dorsal. La inclinación forzada de
la pelvis puede provocar una curvatura excesiva de la espalda baja (hiperlordosis)
y complicaciones a largo plazo.
En caso de usar zapatos de tacón, es
recomendable que no sean más altos de cinco centímetros y que tengan una base
gruesa más estable que libere un poco de tensión de la punta del pie. Es
importante utilizarlos durante periodos cortos de tiempo y no correr en ellos.
Los resultados del estudio fueron publicados en Journal of Applied Physiology.
Fuente:
Muy interesante.
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