¿Pueden
algunos factores externos como la contaminación o la alimentación influir en
problemas neurológicos como el autismo? Una nueva investigación ha demostrado
que la exposición a la contaminación ambiental aumenta el riesgo de Trastorno
del Espectro Autista (TEA)
entre quienes tienen una predisposición genética. Se trata de un problema que sufre
aproximadamente uno de cada 88 niños en Estados Unidos.
El
TEA es una discapacidad del desarrollo neurológica caracterizada por problemas
en la interacción social, la comunicación y la repetición de comportamientos. Este problema es
altamente heredable y, sin duda, es un factor esencial en la ecuación de
la enfermedad. Sin embargo, este estudio ha comprobado la importancia de otros
factores. En palabras de Daniel B. Campbell, autor principal del estudio, “esta
es la primera demostración de una interacción específica entre un factor
genético de riesgo muy establecido y un factor ambiental que contribuyen de manera
independiente al riesgo de autismo”,
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